Istanbul entre europa y asia, la frontera en el agua del Estrecho del Bósforo, ciudad acogedora, con tanta diversidad, tanta mezcla en sus rostros, en sus vestimentas, surcada por puentes entre europa y el cuerno de oro, las mezquitas con su llamada a la oración son un susurro leve que no parece interrumpir la vorágine, el caos de su tráfico. Entras en la mezquita tras cubrirte al cabeza, ves una oración, el imán mirando a los mussulmanes desde el hueco del mirab, recita Corán, parace una canción aplacando las angustias, las prisas, los pies descalzos sobre la tibieza de esas alfombras coloristas ( rojas, con dibujos azules) y al acabar un niño se dirige al imán, habla con él y se encamina con su padre a la salida dando volteretas sobre la alfombra, juega, ae, se ríe, se divierte,... hay una vida en las mezquitas que nunca he sentido en las iglesias.
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Hace 2 semanas
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